Este año me volvió a dejar una sensación que cada vez veo más en los clientes: el mayor desafío de invertir no está en los activos, ni en las valuaciones, ni en las tendencias. Está en nosotros.
La famosa curva de Kahneman, esa que muestra que odiamos perder mucho más de lo que disfrutamos ganar, explica mejor que cualquier gráfico lo que pasó en 2025.
Si uno mira los números fríos, fue un año espectacular. EEUU con retornos de doble dígito por tercer año seguido, Mercados Emergentes fuertísimos, los metales con movimientos que no se ven en décadas (oro arriba de 60% y plata arriba de 120%), y hasta Argentina sorprendiendo con un cierre firme (bonos en USD en máximos históricos).
Pero creo que la sensación general no fue de “qué año increíble”, cuando la lógica lo indicaría: mucha vorágine, muchas dudas y mucha ansiedad. Probablemente el que estuvo muy metido en activos argentinos haya sufrido eso, por las elecciones legislativas y la enorme volatilidad que hubo.
O probablemente la gente piense que este es el único camino (alcista) que tiene el mercado, ya que es el rumbo que nos tiene acostumbrados hace muchos años, con muy poquitas excepciones.
Y por eso, más que nunca, este año marca la importancia de que hay que bajar un cambio. Mirar valuaciones, tendencias, perspectivas, proyecciones, entender el ciclo y procesar la volatilidad como parte del camino.
En definitiva, fue un año donde los precios en general subieron, sí, pero también un año donde vimos claramente que, si no gestionamos la ansiedad, ningún análisis alcanza.
Una cartera puede verse muy linda en la foto, pero si no la podés sostener cuando el mercado se mueve en tu contra, no sirve. Y acá aparece algo que a veces se pasa por alto: no invertimos solo para “ganar plata”. Si fuese solo por eso, todos tendríamos la misma estrategia y listo. Invertimos para tener más libertad y tranquilidad. En definitiva, para poder dormir bien a la noche.
Un buen plan no elimina la volatilidad, pero la vuelve tolerable. Y ahí es donde lo emocional pesa más que lo técnico: la mayoría de los errores no vienen por no saber mirar un gráfico o entender de valuaciones, sino por no saber qué hacer cuando aparecen la ansiedad, la euforia o el FOMO.
Es por eso que la situación personal siempre va primero. No es lo mismo alguien que está en plena etapa de acumulación, aportando todos los meses y con décadas por delante, que alguien que ya juntó un capital importante y si su cartera se mueve 2% en un día le agarra una sensación fuerte en el pecho.
Tampoco es lo mismo entrar en EEUU después de 2022 (con valuaciones bajas) que sumarse después de tres años alcistas, con el ciclo mucho más avanzado (con valuaciones exigentes). Como tampoco es lo mismo comprar un bono soberano de Argentina hoy que comprarlo a paridades ridículas años atrás. No es lo mismo buscar crecer que buscar preservar.
En un año tan exigente como 2025, algo quedó clarísimo: lo técnico y las valuaciones importan, y mucho. Hay que ser selectivos cuando el mercado en general no ofrece una buena relación riesgo/retorno y hay que mantener la convicción cuando el análisis es sólido, aunque el precio no acompañe momentáneamente (MELI es un buen ejemplo).
Pero también quedó claro que lo técnico no alcanza solo. Entender en qué punto del ciclo está cada activo ayuda, sí, pero entender cómo reaccionás vos dentro de ese ciclo es lo que realmente sostiene una estrategia en el tiempo.
Los mercados van a seguir haciendo lo de siempre: subir fuerte, bajar fuerte y cambiarte el humor muy seguido. Hoy algo parece carísimo, mañana puede estar regalado. La gente pasa de la euforia al pánico en cuestión de horas. Las narrativas cambian todo el tiempo. Nada de eso es nuevo.
Y ahí entra Mr. Market, ese personaje que inventó Benjamin Graham en The Intelligent Investor (¿Mejor libro de inversiones? Probablemente) para explicarnos que el mercado es emocional, exagerado y totalmente impredecible en el corto plazo. Un día aparece eufórico y te paga cualquier precio. Al siguiente está deprimido y te vende todo con descuento. No es racional: es impulsivo, ansioso y cambiante.
La clave es no dejarse llevar por el humor de Mr. Market. Hay que entender que su locura es parte del juego. No tenemos que seguirle el ritmo (te volverías completamente loco), sino aprovechar sus extremos. Mr. Market se mueve por emociones. Nosotros tenemos que movernos con un plan, con criterio, entendiendo valuaciones, tendencias y, sobre todo, manejando las emociones con tranquilidad. Con eso, todo se vuelve más simple.
Y ahí aparece algo fundamental: no controlamos a Mr. Market, pero sí controlamos cómo respondemos nosotros. Ahí es donde realmente se marca la diferencia: en la tolerancia al riesgo, en cómo manejás una pérdida, en cómo procesás una ganancia, en qué hacés cuando aparece la incertidumbre o ruido emocional.
Ese es el verdadero diferencial. Trabajar sobre eso (más que sobre análisis técnico y fundamental) sigue siendo una inversión con una fantástica relación riesgo/retorno. Lo bueno es que esto se entrena, con horas de mercado, con experiencia, con aciertos y con errores. Conociéndose mejor a uno mismo.
Te deseo una muy feliz Navidad y un gran comienzo de año. Que estos días sirvan para frenar un poco y recargar energías.
Nos vemos en 2026! Por otro gran año de inversiones como los últimos (aunque las valuaciones y el contexto pidan un poco más de prudencia) y, por encima de todo, un año increíble en lo que realmente importa: tus proyectos y tu vida.
Salud!
