China está enfrentando su peor colapso económico de las últimas décadas. ¿Se viene una crisis como la de Japón en los ‘90?
Veamos los rendimientos de los bonos gubernamentales a 30 años de China y Japón:
Es la primera vez en la historia reciente que Japón tiene tasas más altas que China. Ni siquiera en la crisis del 2008 sucedió eso.
En Japón están subiendo las tasas implícitas de los bonos porque el mercado, después de décadas de deflación y bajo crecimiento, espera una recuperación, con un repunte en la inflación y un mercado laboral más ajustado.
Por el contrario, en China, el rendimiento de los bonos está cayendo fuertemente, porque los inversores temen una economía debilitada por la deflación, la caída del sector inmobiliario y la falta de demanda interna.
¿Qué pasó con Japón en la década del 90?
El colapso de Japón en los años 90 se originó en una burbuja inmobiliaria y bursátil que explotó tras años de crecimiento desenfrenado. Los precios de los inmuebles y las acciones se desplomaron, dejando a bancos e individuos con deudas imposibles de saldar. La deflación fue protagonista, reduciendo el consumo e impidiendo el crecimiento.
A esto se sumó el problema demográfico, con una población envejecida y una fuerza laboral en declive. Su estancamiento económico se extendió por más de 20 años.
Las tasas de interés se mantuvieron cerca de cero, y el Banco de Japón implementó estímulos sin precedentes. Sin embargo, la economía nunca volvió a alcanzar el dinamismo de los años previos a la crisis.
El Nikkei (índice de Japón) tardó 35 años en volver a los máximos de 1989:
¿Y qué sucede hoy con China?
China, la segunda economía más grande del mundo, enfrenta hoy desafíos similares a los que hundieron a Japón.
Desde 2021, la caída del sector inmobiliario chino ha sido brutal. El índice de Real Estate cayó un 82% desde sus máximos:
Además, el país acumula seis trimestres consecutivos de deflación, un fenómeno que no ocurría desde 1999. Los precios bajos y la débil demanda reflejan un sistema económico frágil, a pesar de los esfuerzos de estímulo por parte del gobierno.
Sin embargo, el problema más crítico es demográfico. Gracias a la política del hijo único, la población china está envejeciendo rápidamente.
La edad media en China es de 40 años actualmente. En 2005 era de 32. Y para 2050 se espera que supere los 50 años. Además, en el 2050, el 39% de los ciudadanos estarán en edad de retiro. Este cambio estructural afecta tanto la productividad como el consumo, al igual que sucedió en Japón.
¿Por qué no estamos viendo un impacto global inmediato?
A pesar de las similitudes, el contexto actual tiene diferencias importantes. En los años 90, Japón ya era una economía desarrollada y no dependía tanto del comercio global como lo hace China hoy. Hasta ahora, los mercados mundiales no han sentido las repercusiones esperadas del colapso chino. Aunque esto es momentáneo y podría agravarse rápidamente.
Tengamos en cuenta que la economía global enfrenta dinámicas opuestas: mientras China está en deflación, EEUU combate la inflación. Veamos la comparación del PBI de ambos países:
El futuro económico de China dependerá de cómo enfrente tres desafíos clave: la reactivación del consumo interno, la gestión de la crisis inmobiliaria y el manejo de sus problemas demográficos. Hasta ahora, las medidas de estímulo no han logrado generar un impacto significativo. A largo plazo, el desafío demográfico requerirá políticas que promuevan la natalidad y la inmigración, aunque esto implica un cambio cultural significativo para una sociedad acostumbrada a la estabilidad demográfica.
El riesgo de que China experimente una “japonización”, es decir, décadas de estancamiento económico con deflación y bajo crecimiento, está sobre la mesa.
Además, la posibilidad de una nueva guerra comercial con EEUU bajo la administración de Trump añade incertidumbre al futuro chino.
Por eso, hay que tener cuidado con las acciones de China, ya que pueden seguir bajando. Recordemos que Japón (Nikkei) tardó más de tres décadas en superar los máximos históricos.
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